jueves, 14 de junio de 2012

Marcuse


La civilización industrial contemporánea demuestra que ha llegado a una etapa en que la “sociedad libre” no se puede definir en los términos tradicionales de libertades económicas, políticas e intelectuales. La libertad económica significaría libertad de la economía, de estar controlado por fuerzas y relaciones económicas, liberación de la lucha diaria por la existencia. La libertad política significaría la liberación de los individuos de una política sobre la que no ejercen ningún control efectivo. La libertad intelectual significaría la restauración del pensamiento individual, absorbido ahora por la comunicación y el adoctrinamiento de masas. 
La forma más efectiva y duradera de la guerra contra la liberación es la implantación de necesidades intelectuales que perpetuán formas anticuadas de la lucha por la existencia. Se puede distinguir entre necesidades falsas y verdaderas. Falsas son aquellas que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetuán el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. 
La mayor parte de las necesidades predominantes de descansar, divertirse, comportarse y consumir de acuerdo con los anuncios, de amar y odiar lo que otros aman y odian, pertenecen a esta categoría de falsas necesidades. 
No importa hasta qué punto se hayan convertido en algo propio del individuo, no importa que se identifique con ellas y se encuentre a sí mismo en su satisfacción. Siguen siendo productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión. 
Bajo el gobierno de una totalidad represiva, la libertad puede convertirse en un poderoso instrumento de dominación. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad si esos bienes y servicios sostienen controles sociales y alienación. 

Fragmentos de "El hombre unidimensional" - Herbert Marcuse


2 comentarios:

  1. Hace bastante que no paso y por eso me pierdo las cosas buenas. Me lo tengo merecido. Besos. (Este fragmento es sencillamente brilante, amo a Marcuse de la misma forma que a Michel Houellebecq, será porque concuerdo casi plenamente con lo transmiten... Podría citar algunos sociólogos más, pero como ya dejé de amar a los hombres no quiero excederme...)

    Un beso.

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  2. Gracias por responderme, linda, te contesté en mi blog. (Te confieso que me levantaste un poquitito el ánimo).

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