jueves, 27 de septiembre de 2012

La comunidad anónima del tren

Por lo menos la mayoría de los otros que el individuo encuentra en la vida diaria le sirven para reafirmar su realidad subjetiva. Esto ocurre aun en una situación tan "no significativa" como viajar en un tren local. El individuo tal vez no conozca a nadie de los que viajen con el, ni hable con ninguno. Sin embargo, la multitud de pasajeros habituales reafirma la estructura básica de la vida cotidiana. Por su conducta general, sus habituales compañeros de viaje sacan al individuo de la tenue realidad de su adormecimiento matinal y le proclaman que el mundo se compone de hombres serios que van al trabajo, de responsabilidades y horarios, del ferrocarril New Haven y del New York Times. Desde el pronostico meteorológico hasta los avisos clasificados del periódico todo le asegura que se encuentra en el mundo mas real posible. Concomitantemente, afirma el carácter menos que real de las visiones siniestras experimentadas antes del desayuno: la forma extraña de los objetos supuestamente familiares al despertarse de un sueño inquietante, el impacto que causa no reconocerse en el espejo en el cuarto de baño. La mayor parte de los individuos susceptibles a tales terrores metafísicos consiguen exorcizarlos en el curso de sus rituales matinales, rígidamente ejecutados, de manera que la realidad de la vida cotidiana se establece para cuando salen por la puerta de sus casas. Pero la realidad empieza a inspirar confianza total solamente en el medio de la comunidad anónima del tren, y llega a ser masiva cuando el tren se detiene en la estación terminal. Ergo sum, puede ahora murmurar el individuo para si, mientras se dirige a su oficina completamente despierto y seguro de sí mismo.  

Fragmento del capitulo 3 de "La construcción social de la realidad" - Berger y Luckmann

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